29 de junio de 2012

pecados compartidos

Déjame hablarte y decirte que este mundo ya me viene grande desde el día que te fuiste. Déjame decirte o gritarte que he ido menguando como la luna hasta hacerme invisible para una parte del mundo incluso para mi misma, mirarme al espejo y sentirme más inútil cada día y más insignificante para todos. Que desde el día que te fuiste la nocilla no sabe igual y las mañanas de verano son aburridas, el agua de la piscina es mucho más fría y las lágrimas ya no caen por el sobrepeso de cargarte a la espalda todos los días, mas bien es por la fragilidad que siento, la falta de algo que me proteja, la falta de ti.
Era tu olor que se, sobreseguro, que si algún día por casualidad pasaras por mi lado y yo no me percatara y no reconociera bien tu cara, al oler tu fragancia giraría mi cuerpo entero para salir corriendo detrás tuya y abrazarte hasta ver tu aliento cesar, que tu corazón latiera tan rápido que lo notara en mi pecho que tarde o temprano comiencen a latir al compás, uno con el otro y olvidar el tiempo que vivimos el uno sin el otro. Hacer como si jamás hubiéramos estado tanto tiempo separados, como si ninguno de los dos le hubiera pedido a la almohada con los ojos empapados en lágrimas, rojos y llenos de ganas, que volviéramos a unirnos.


1 comentario:

  1. Me encanta, la entrada, el sentimiento, la manera de expresarte, todo.

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