4 de septiembre de 2012

mi pequeña

El pelo desenredado, los pantalones tirados por el suelo y un rayo de sol entrando por la ranura de la ventana que nos dejamos abierta por las prisas y esas cosas, las ganas de dejar tu mano libre, sin restricciones, sin discriminaciones hacia ningún milímetro de mi piel.
Eres como la sensación que llevaba tanto sin sentir, es la plenitud de la sonrisa que muestro, es no fingir, es sonreír gracias a ti y al sol que entra, el rayo de sol que penetra en la oscuridad y que destaca los pequeños lunares de tu espalda, que te hacen brillar, que te hacen tan especial, especial como la sonrisa que tienes y la sonrisa que me logras sacar sin problema alguna.
Hueles a margaritas, hueles a primavera, a un ramo de flores cualquier día por la mañana en el portal de mi casa, tu coche, tu sonrisa y mis ganas de tus ganas. Hueles a invierno, a una tarde entera y eterna con una manta de color crema, calcetines por las rodillas y miles de películas dónde elegir, en cual de ellas, en que minuto exacto tu y yo nos fundiremos en besos y caricias. Hueles a otoño, hueles a chocolate, hueles a canela, a sonrisas, a vaho en el cristal, nuestros nombres juntos y un corazón, hueles a ilusiones tontas, a lágrimas transparentes e inexistentes, a felicidad en estado puro, hueles mejor que la colonia más cara del universo porque hueles a ti.


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